"The Deep Blue Sea" es una película inglesa del año 2011
escrita y dirigida por Terence Davies y protagonizada por Rachel Weisz, Tom
Hiddleston y Simon Russell Beale. Se trata de una adaptación de la obra del
mismo título de Terence Rattigan. La película se desarrolla durante los años 50,
en el Londres de la posguerra y cuenta la historia de Hester Collyer, una mujer adulta casada con un importante juez que deja todo por un piloto de la RAF, con el que vivirá un tortuoso romance.
En incontables ocasiones se ha tratado de representar en el cine la obsesión y desesperación romática, con resultados evidentemente muy dispares, muchos de ellos claramente fallidos y otros tan acertados como pueden ser "La Heredera", "Carta de una Desconocida" o "Senso" entre muchos otros, pero nunca antes se había tratado con tanta delicadeza y maestría ese sentimiento tan ambiguo y complejo que es el del amor más puro y extremo mezclado con la vergüenza y dolor que supone dicho sentimiento al no ser correspondido.
Y es que en "The Deep Blue Sea" lo importante no es lo que se cuenta, la historia en sí, que sido vista y repetida ya hasta la saciedad, sino la manera que Terence Davies tiene de tratarla para entregarnos (regalarnos, más bien) algo nunca antes visto. Ya desde finales de los 80 dejaba claro con su excepcional "Voces Distantes" que a él poco o nada le interesaba la narración clásica y convencional, sino simplemente provocar emociones en el espectador. Y si de provocar emociones se trata, pocas películas lo consiguen tan bien como esta.
El director juega con el tiempo de una manera excepcional, manejándolo a su parecer, sin importarle ningún tipo de linealidad o continuidad narrativa y esto lo consigue mezclando el pasado con el presente sin ningún tipo de orden, todo ello unido con sus características y emotivas canciones, propias de la posguerra inglesa que finalmente acaban por ser un personaje más y formar una parte crucial de la película en la que, cual un puzzle perfecto, todas las piezas encajan de manera maravillosa.
Muchos han criticado a la película por su frialdad, alabando
simplemente sus indiscutibles logros visuales. En mi opinión, creo que esa
aparente e intencionada frialdad consigue envolvernos de manera mucho más absorbente
en el dolor y la vergüenza que Hester siente de sí misma al verse humillada
constantemente y saber que aunque es la única salida, es incapaz de salir de esa espiral de
automutilación, porque ,aunque cegada por su incondicional amor, ella es en
todo momento consciente de su posición de sumisión y debilidad.
Bajo una premisa tan simple como es la del amor no
correspondido, Terence Davies crea una tristísima obra maestra gracias a una
impecable dirección (que demuestra plano tras plano que ya lleva casi cuarenta
años de experiencia detrás de las cámaras) y a una impresionante ambientación
que, como en todas sus películas, está cuidada con una elegancia y detallismo impropio
en el cine de hoy en día y que como resultado consigue envolvernos en una
atmósfera melancólica y depresiva que hace remover los sentimientos de
cualquier espectador mínimamente sensible.
Pero si hay una cosa que hace que este desgarrador melodrama no caiga en varias ocasiones en lo ridículo o lo cómico es, sin duda, las excepcionales interpretaciones. Tom Hiddleston y Simon Russell Beale están más que a la altura y demuestran ser dos grandes actores dentro del panorama del cine británico, pero si hay algo que brilla por si solo en la película y que es capaz de dejar al resto del reparto como simples maniquíes, esa es la inmensa Rachel Weisz, que nos regala aquí la que es (sin exagerar) una de las interpretaciones más hermosas y conmovedoras que un servidor haya tenido el honor de presenciar. Nunca antes nadie ha sabido representar en un rostro tanto dolor y tristeza, todo ello bajo un aura de melancólica felicidad y de emociones contenidas que nos hace esperar durante toda la película que de un momento a otro se van a desbordar todos esos sentimientos reprimidos pero que, finalmente, se mantiene fría y serena, en el umbral de la auténtica desesperación. La actriz británica vuelve a demostrar sus excepcionales dotes actorales con una interpretación que pasará a la historia del cine y que cualquier reconocimiento o mención será incapaz de hacerle justicia.
En conclusión, creo que con "The Deep Blue Sea" el
infravalorado director británico Terence Davies ha creado la que es su obra más
perfecta y depurada y con la que ha vuelto a demostrar que es un verdadero artista
y que ha logrado aquello tan difícil en el cine de hoy en día y que tantos y tantos cineastas
buscan sin éxtio, un estilo único e inconfundible.
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